El extraño y alucinado universo de Danny MacGill

May 22, 2011

Manifiesto apartidista

Filed under: A day in the life (Pensamientos o casi) — dannymacgill @ 11:58 pm

No soy apolítico, ni pretendo serlo.

Pero creo que ciertas cosas deben estar por encima del juego político. Y creo que nuestra democracia está enferma de políticos mediocres, de aparatos que fagocitan principios y debates y también, y sobre todo, está enferma de un electorado perezoso y conformista.

Por todo ello he decidido expresar en estas líneas mis descontentos, que no tienen sesgo partidista y que creo que pueden ser compartidos por muchos que, como yo, ni son ni quieren ser apolíticos.

En primer lugar, creo que España necesita atajar el problema de la corrupción política. No podemos consentir con normalidad el vergonzoso espectáculo de una clase política despilfarradora y que se exhibe con total desvergüenza, cuando no desvía enormes cantidades de dinero de manera impune a los acólitos de turno. Seguro que hay cosas que se pueden hacer. Se me ocurre un tribunal específico (como la Audiencia Nacional lo es para terrorismo y droga), se me ocurre eliminar la prescripción de los delitos por corrupción, se me ocurre elevar las penas (sobre todo las económicas), se me ocurre evitar los bailes de recusaciones e inhibiciones que alargan hasta la náusea las instrucciones de estos casos. Se me ocurre casi cualquier cosa, menos seguir mirando para otro lado mientras unos ponen el cazo y otros echan en ese cazo nuestro dinero.

En segundo lugar, España necesita un poder judicial independiente. Necesitamos jueces que no le deban su puesto a un partido, de lo contrario estamos abocados a una permanente instrumentalización de la justicia para fines políticos. Que no me vengan con que la justicia emana del pueblo. Si la justicia fuese justicia no dependería de intereses espúreos.

En tercer lugar, y mucho más importante, España necesita ciudadanos. No es un término tan simple. Necesita que todos nos tomemos en serio nuestra parte de responsabilidad en la sociedad. Necesita que seamos capaces de debatir sin insultarnos ni encanallarnos. Necesita que seamos capaces de respetar las ideas del otro. Necesita que seamos capaces de tener espíritu crítico, no tragarnos sin más las opiniones de tal o cual columnista o tertuliano o polìtico. Necesita que seamos capaces de comprometernos a crecer como personas. Necesita que dejemos de idiotizarnos con pan y circo, con vidas ajenas de personajes vacíos y con bombardeos publicitarios. Necesita que no abdiquemos en opinadores ajenos y apesebrados de nuestro derecho a tener ideas, a expresarlas, a defenderlas y, por qué no, a cambiarlas, llegado el caso.

Y mucho me temo que el status quo de nuestra coyuntura política, social y económica, o sea, los partidos que tenemos (pienso sobre todo en los mayoritarios, aunque no sólo en ellos), la banca, las grandes corporaciones y la práctica totalidad de los medios de comunicación NO quieren que cambie nada.

Quieren políticos a los cuales se les pueda corromper.

Quieren jueces a los cuales se les pueda influir.

Quieren ciudadanos a los cuales se les pueda decir «come y calla».

Yo, en cambio, quiero otras cosas.

Quiero gente con la que pueda discutir y argumentar, gente de la que pueda aprender cuando me expongan sus puntos de vista, diferentes a los míos.

Quiero que todos los que pensamos que la sociedad necesita un cambio seamos capaces de ponernos de acuerdo, de manera honesta y leal, en los principios éticos que deben guiarnos.

Quiero poder dejarle a mi hija en herencia una sociedad más justa, más honesta, más tolerante, más responsable y más íntegra y honrada.

Pues eso. No soy apolítico. No pretendo serlo, ni quiero serlo.

Lo que tengo claro es que quiero ser un ciudadano, no un votante.

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